Carmen Calvo abusará del lenguaje sin consentimiento

Hoy toca hablar del “lenguaje inclusivo”. Y del PSOE.

Estoy harto de hablar del PSOE.

Pero es que no hacen más que darme motivos.

Y cuando el partido que ostenta el Gobierno saca su patita totalitaria tantas veces, pues habrá que denunciarlo.

Ya comenté en su día, en este artículo, que, en opinión de nuestra vicepresidenta Carmen Calvo, vicepresidenta y ministra de Igualdad, “el feminismo, como método para entender la realidad entre hombres y mujeres que tenemos circunstancias distintas, no es optativo. Es obligatorio en democracia”.

Para la vicepresidenta, democracia es pensar como ella. Eso de tener ideas diferentes, como que es muy poco democrático. Pensad todos como yo, esa es la verdadera democracia.

Pero bueno, las declaraciones de las que me dispongo a hablar ahora son otras.

Pongámonos en contexto: hace unos días, Calvo le encargó a la RAE elaborar un informe para modificar la Constitución para reescribirla en ‘lenguaje inclusivo’, porque “tenemos una Constitución en masculino”. Este lenguaje inclusivo, para el PSOE, consiste en desdoblar el género gramatical cuando se hace alusión a ambos sexos biológicos, esto es, decir “todos y todas” cuando hay tanto hombres como mujeres en el grupo en cuestión.

La vicepresidenta afirmó que “el lenguaje es un elemento fundamental para que nuestro cerebro deje de funcionar sólo con estereotipos patriarcales”. Bueno, si el lenguaje puede definir cómo funciona nuestro cerebro e inducirnos “estereotipos patriarcales”, sería de esperar que los hablantes de los idiomas que usan género neutro o no tienen género no tuvieran dichos estereotipos, lo que daría lugar a países menos machistas. Algunos dichos idiomas son el finés, el estonio o el húngaro… pero también el yoruba (hablado en Nigeria), el farsi (o persa) o el turco.

Todo el mundo sabe que en Nigeria, Irán o Turquía no tienen estereotipos machistas.

Unos días después, Calvo fue más allá, y afirmó que “las mujeres no tenemos por qué reconocernos en el masculino absoluto de la Constitución”. Ahora me entero de que las mujeres llevan 40 años fuera de la Carta Magna y sin los derechos y libertades que se recogen en ella.

De cualquier forma, la postura de la RAE en cuanto al falso lenguaje inclusivo y el desdoblamiento de género es sobradamente clara desde hace tiempo. Ya lo advirtió en el año 2012: “no se debe identificar automáticamente el género de las palabras con el sexo de las personas representadas”. Vincular género con sexo bajo la advertencia de que no hacerlo hace a esas expresiones “automáticamente sexistas” es una “conclusión injustificada” que la Academia considera “insostenible”.

También podemos encontrar en su propia página web lo siguiente sobre el desdoblamiento de género (todos y todas): “este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos”.

Por si eso fuera poco, la RAE lo recalcó en un tuit tras el anuncio de la vicepresidenta: “El español ya tiene un mecanismo inclusivo: el uso del masculino gramatical, que, como término no marcado de la oposición de género, puede referirse a conjuntos formados por hombres y mujeres y, en contextos genéricos o inespecíficos, a personas de uno u otro sexo”.

Así pues, la respuesta de la Real Academia de la Lengua Española, de los lingüistas, de los que mejor conocen este precioso idioma que es el castellano, ha sido un rotundo NO.

¿Y la respuesta de la Ministra de Igualdad? “Cambiaremos la Constitución a lenguaje inclusivo con o sin la ayuda de la RAE”. Cuando la RAE, que representa a todos los hablantes del castellano, dice NO, Carmen Calvo decide que NO es SÍ. Carmen Calvo no necesita el consentimiento de nadie para prostituir y abusar de la lengua.

Da igual que la Academia haya dejado claro que el lenguaje inclusivo es “injustificado”, “insostenible”, “artificioso” e “innecesario”, debe de ser que estas cuatro palabras a la vicepresidenta le suenan a chino, cosa que no me extrañaría viendo su ignorancia sobre el concepto de género gramatical.

No sólo eso, sino que explicó que la petición del informe le pareció “una deferencia obligada”. Vamos, un mero trámite, porque al final, pues se hace lo que yo digo y punto, que para eso soy la vicepresidenta y me ha votado una mayoría de… y soy la vicepresidenta.

Una vicepresidenta que es incapaz de distinguir entre sexo biológico y género gramatical sabe más del castellano que esos lingüistas de mala muerte de la RAE, ese grupo de carcas rancios que no están adaptados al siglo XXI. Pero si tienen al cuñado de Reverte. Seguro que en sus reuniones cantan el Cara al Sol.

Dudo que esta reforma de la Constitución salga adelante, puesto que el PSOE y sus colegas, entre ellos, los de la “portavoza”, no tienen los escaños suficientes en el Congreso ni en el Senado. Pero por mucho se se trate de humo, no es más que otro intento de estos nuevos tiranos de legislar cómo debemos expresarnos.

En Canadá han ido mucho más allá, obligando por ley a todos los ciudadanos a referirse a las personas transgénero por unos pronombres inventados como “zie o hir”. Lo denuncia Jordan Peterson, profesor de psicología en la Universidad de Toronto, que afirmaba: “la ley debe ser muy cuidadosa cuando se ordena a las personas lo que tienen que decir. El error de esta legislación es que intenta forzar a la gente a pronunciar ciertas palabras que no son de su elección. Uno cierra la boca y el otro pone una mano en su interior y le fuerza a que sea un títere”.

Aquí en España, varios sectores progresistas radicales exigen el uso de un género neutro inventado con la letra e, como en “todes”, para, según ellos, “incluir a los géneros no binarios”. Aquí podemos ver a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, haciendo uso de ese falso género neutro en un discurso.

Se empieza con “todos y todas”, luego se pasa a decir “portavoza”, después nos obligarán a usar “todes” y pronombres inventados, entonces será ilegal pronunciar las palabras “musulmán”, “negro”, “blanco” o “hetero” y, por último, acabarán prohibiendo toda palabra contraria a su ideología totalitaria.

Estas leyes, que pretenden imponerle al lenguaje las normas del feminismo y el progresismo, no van a crear un lenguaje más inclusivo, porque el lenguaje actual no excluye a nadie. Lo que van a crear es un lenguaje excluyente, porque condenando al destierro las palabras que no les gustan, están creando un lenguaje que excluye ideas y opiniones. Quieren que la lengua de Cervantes se convierta en otra de sus herramientas políticas. Una lengua sometida, una lengua encadenada.