Cuando ponemos la etiqueta encima de la idea
Hoy vamos a hablar sobre el uso de las etiquetas. Y es que mucha gente juzga a otras personas solamente por las etiquetas con las que se identifican, y no por sus ideas. Esto además genera una dinámica de bandos: si te identificas como X, eres de los míos, si no, eres de los malos. Esto no es casual: se busca aplastar las ideas bajo la etiqueta, homogeneizar diferentes corrientes y sensibilidades dentro de un todo un nada. No hay peros o matices, o eres o no eres. Como esto es Ser Hombre No Es Delito, las etiquetas de las hablaremos son las de «feminista» y «no feminista» o «antifeminista».
Este artículo no pretende decirte «el feminismo no es igualdad» ni «el feminismo sí es igualdad». No busca aportar una definición de feminismo, sino cómo debemos tomarnos que alguien nos diga «yo soy feminista» o «yo no soy feminista».
¿Qué significa ser feminista?
Según a quien le preguntes, te dirá rotundamente que «feminismo es igualdad, punto», que «el feminismo no es igualdad» o multitud de respuestas intermedias. ¿Quién tiene razón? Nadie. ¿Cuál es la verdadera definición de feminismo? Todo y nada a la vez.
El feminismo es una etiqueta que vale para todo, desde buenas intenciones que verdaderamente significan igualdad a burradas hembristas y discriminatorias, pasando por victimismo o interés personal. Y cuando lo significas todo, entonces realmente no significas nada: eres una etiqueta vacía.
Y cuando eres una etiqueta tan ambigua, que puede significar cualquiera cosa, es absurdo generalizar hacia ningún sentido.
¿Una persona que se defina como feminista es necesariamente hembrista y está a favor de las acciones hembristas del feminismo? No. ¿Una persona que no se defina como feminista es necesariamente machista y está en contra de la igualdad de género? Tampoco. ¿Una persona que se defina como feminista puede estar en contra del feminismo radical? Puede.
El problema es que los líderes feministas manipulan a su antojo la etiqueta de feminista. Dándole ese significado de todo o nada, pueden introducir en ella sus ideas, por muy radicales que sean. Cuando reciben críticas por esas ideas, acusan al contrario de estar haciendo una crítica a la totalidad, incluidas las ideas moderadas que son de sentido común. Es decir, si estás en contra de sus ideas hembristas y antidemocráticas, estás en contra de la igualdad. Desde esta posición mucho más defendible se pretende demonizar al adversario, evitar el debate de ideas y colocar a todo el mundo, tanto moderados como radicales, en contra del crítico. Es lo que se conoce como la falacia de Motte and bailey.
Esto genera un feminismo original, secuestrado por sus líderes, y un feminismo hegemónico y hembrista, disfrazado del original. Lo único que podríamos decir que es malo es engañar a la gente para que compren como igualdad cosas que nunca lo han sido.
¿Alguien que quiera igualdad debería sentirse feminista o no?
Respuesta corta: es irrelevante.
Respuesta larga: ¿Definirte como feminista realmente te define de alguna forma? No. Lo que te define son tus ideas y tus acciones.
Hay feministas cuyas ideas son absolutamente hembristas y aprovechan la percepción del feminismo para venderlas como igualdad. Los hay también feministas que sí que quieren igualdad y que rechazan absolutamente las ideas hembristas. Hay no feministas que buscan igualdad y que rechazan absolutamente tanto las ideas hembristas como las machistas. Y hay no feministas cuyas ideas son machistas.
Yo no me defino como feminista porque huyo de una etiqueta que hace tiempo que está manchada por gente que ha engañado al resto y que la está usando con fines poco loables. No quiero apoyar a esos hembristas identificándome con el movimiento que han secuestrado.
Si te consideras feminista y conoces a alguien que no, no deberías creer automáticamente que es machista y que está en contra de la igualdad. Si no te consideras feminista porque estás a favor de la igualdad y has huido de esa etiqueta, no deberías considerar que alguien que se considere feminista sea automáticamente hembrista. Pregúntale por qué se considera así y qué piensa sobre la igualdad, o sobre X e Y medidas, y sabrás lo que piensa realmente.
En resumen, no deberías sentir rechazo y tener prejuicios por las etiquetas que usen las personas. Huye de las guerras de etiquetas: sólo sirven para enfrentar a gente que potencialmente piensa parecido y para obstaculizar el debate verdaderamente importante: el de las ideas.