¿Mi cuerpo es mío o es del feminismo?

El feminismo proclama que cada mujer es dueña de su cuerpo y que sólo ella decide sobre él. ¿Pero qué ocurre cuando la decisión no gusta al feminismo?

Uno de los objetivos del feminismo ha sido siempre la lucha por la libertad de la mujer con su cuerpo. Proclama lemas como “mi cuerpo, mis reglas” o “nuestros cuerpos, nuestros derechos: libertad para decidir”, especialmente para reclamar el derecho al aborto libre.

Se ha luchado para que la mujer pudiera tratar su cuerpo libremente, porque la mujer no es un objeto de nadie que hay que dejar en casa y bien tapadito. Para que la mujer pueda llevar escotes o minifaldas. Para que, si una mujer quiere vestir bikini en la piscina o la playa, o incluso exhibir sus pechos, es decir, el llamado topless, pueda hacerlo, porque ella decide sobre su cuerpo y puede enseñar lo que quiera.

También se ha luchado para que tanto hombres como mujeres puedan disfrutar del sexo libremente, para que cada uno pueda disfrutar de su sexualidad como y cuanto quieran. Se ha peleado para levantar tabúes sobre el sexo y sobre los cuerpos, tanto masculinos como femeninos, y para normalizar las relaciones entre hombres y mujeres, para poder hablar de todo esto sin que nadie se rasgue las vestiduras.

Y evidentemente, cualquier persona que defienda la libertad debe apoyar estas reivindicaciones.

Sin embargo, es altamente preocupante la regresión reaccionaria que está adoptando el feminismo últimamente: le han dado la vuelta al asunto, y mientras antes decían que el patriarcado obligaba a la mujer a taparse, ahora, después de conseguir que la mujer pueda exhibirse, han decidido que el patriarcado obliga a la mujer a hacerlo. Es lo que llaman sexualización de la mujer.

Si antes que la mujer pudiera vestir en bikini era feminista, ahora mostrar una imagen tomada libremente de una mujer en bikini es machista. Si antes que la mujer pudiera vestir minifalda era feminista, ahora pedirle a una mujer que vista libremente una minifalda para una campaña publicitaria es machista. Si antes enseñar cuerpo era feminista, ahora mirar cuerpo es machista.

Ya hablé en este otro artículo sobre las derivas censoras y totalitarias del feminismo: el feminismo está cargando contra mujeres que, libremente, deciden enseñar sus cuerpos o ganarse la vida con él porque culpan al machista patriarcado. Ejemplos:

También está intentando restaurar el tabú sobre el cuerpo y el sexo:

Una reflexión sobre los piropos. Que alguien, incluso desconocido, te diga “hola, guapo” o “adiós, guapa”, no es sexismo ni acoso, es tratar de ser simpático y agradable. El feminismo está destrozando las relaciones humanas viendo machismo en absolutamente todas partes.

Luego están los comentarios groseros. Pues sí, quien los diga es un vulgar y un maleducado. Pero ser maleducado no puede ser ilegal. Si una mujer escucha un comentario ofensivo, y quiere responder, que diga que le ha parecido una falta de respeto. Lo que no podemos hacer es esperar que el Estado proteja a las mujeres como si fueran seres débiles e incapaces de defenderse por sí mismas. El Estado no es vuestro padre.

¿Sabéis que hace tiempo también se prohibieron los piropos? En 1928, en la dictadura de Primo de Rivera. Parece que ese es el ejemplo de algunos.

Pero es que, volviendo a lo esencial, todo esto destila tanta hipocresía que no hay por dónde agarrarlo.

Tenemos el caso de si la situación se da a la inversa, como es el caso de la reportera del Mundial que clamó al cielo por un hombre que la llamó guapa cuando ella misma había dicho antes cosas parecidas (y más obscenas) de otros hombres, como contamos en este artículo.

O como he dicho antes, el doble criterio de decir, al hablar del aborto, «mi cuerpo, mis normas»… sólo si haces con tu cuerpo algo que decido arbitrariamente que no oprime a las mujeres.

También es bastante rocambolesco que decirle a una mujer un piropo en la calle sea delito, pero que llamar “mala puta” a Inés Arrimadas, ganadora de las últimas elecciones en Cataluña, sea un “poema satírico” según TV3, o que cantar «que tengan miedo como un guardia civil en Euskadi» y «a ver si ETA pone una bomba y explota», como hace el rapero proetarra Valtonyc, sea «libertad de expresión» según Pablo Iglesias.

La bajeza moral de la izquierda de este país es absolutamente repugnante.

Feministas, fuera de los cuerpos de las mujeres.

Mientras en Irán las mujeres están luchando por poder liberar sus cuerpos del yugo de la cultura radical islámica y son condenadas por enseñarlos, en España, estas feministas de pacotilla, estas neomonjas, están adoptando una posición extremamente puritana y reaccionaria en lo que concierne al sexo y al cuerpo de la mujer. Sólo les falta pedir faldas por debajo de las rodillas y tendríamos a la Iglesia católica del siglo XVI aplaudiendo con las orejas.

Cuidaos, guapas, que viene la Santa Inquisición a restablecer la moral y el decoro.